La primera impresión que provocas te posiciona y hace que los demás creen un juicio de valor sobre tu persona, de una forma casi inmediata.

Está demostrado que, a los 7 segundos de conocernos, una persona se habrá hecho una idea de lo que somos. Sin necesidad de decir una sola palabra. En esa primera impresión emitirá juicios sobre nuestro nivel económico, cultural y social. Se hará una idea de nuestra credibilidad, rol e incluso de nuestra ideología política.

Cuando alguien te ve por primera vez y surge esa primera impresión (personalmente, en una fotografía o en un vídeo), tu imagen personal ya te está posicionando. Es por ello que hará que esa persona decida si le interesa saber más de ti o no. Si te contratará o no, si se acercará a ti en una reunión o si mereces su confianza.

Entiendo como asesora de imagen que parece injusto esa primera impresión. Lo ideal sería que nos juzgarán por nuestros valores y personalidad. Sin embargo, no tenemos tiempo para conocer profundamente a cada persona con la que nos relacionamos. Tenemos que hacer una selección y tomar decisiones rápidas, basadas principalmente en nuestra intuición.

El cerebro procesa la información visual 60.000 veces más rápido que el texto (de ahí la importancia de la primera impresión). Además, recordamos un 80% de lo que vemos y experimentamos. Por el contrario solo un 10% de lo que escuchamos y el 20% de lo que leemos.

Además, sabemos que los sentimientos y las emociones aparecen antes en el cerebro que los pensamientos. Por lo tanto, las primeras elecciones se basan más en las sensaciones. Las que provocamos en los demás a través de esa primera impresión que en juicios racionales.

Justo o no, tomar ventaja de esa primera impresión nos abrirá muchas puertas. A partir de ahí, tienes que demostrar que eres mucho más que «fachada». Permanecer donde tú quieres estar dependerá de tus aptitudes y actitudes.

Una buena imagen se basa en la autenticidad, en descubrir aquello que te hace único, que te representa y te añade valor. Se trata de hacer visibles tus fortalezas. También debes adaptar esa primera imagen a los estereotipos positivos que entiende tu entorno o público objetivo. Esos estereotipos, muchas veces estéticos, varían según el sector al que te dirijas. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo un entorno de negocios, formal y agresivo, que un ambiente creativo o informal.

El «Viste y compórtate como un triunfador y te verán como tal», solo es una verdad a medias. Por mucho asesoramiento de imagen personal, si intentas mostrar lo que no eres, será difícil de mantener, sin embargo, si trabajas desde la autenticidad todo será más fácil.

Tu apariencia externa, tu comunicación verbal, tu lenguaje no verbal y tu actitud deben impactar positivamente y transmitir tus valores en toda ocasión. De esta forma crearás una primera imagen potente, coherente y auténtica, que te identificará y te posicionará.

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